No tenemos más que un recurso ante la muerte; hacer arte antes de que llegue. René Char (1907-1988), poeta, reversificador de la literatura francesa. In+finito, pares opuestos complementarios: génesis+apocalipsis, positivo+negativo, alfa+omega, principio+fin… La vida es algo que le pasa a la muerte y no al revés, escribió Jacques Lacan.
Cesación de la vida, suspensión permanente de las funciones corporales vitales. Desconecte irreversible de la función cerebral, del aparato respiratorio, del circulatorio. La definición de «muerte» para el mundo científico presenta la falla de entender al ser humano únicamente en su dimensión física.
Ante la frontera entre el mundo sensible y la construcción social y milenaria de un más allá: el miedo. Epicuro, el filósofo heleno, escribió: mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, no existo yo. Continua lucha ante la autoconservación, el placer, la vida (Eros), y el instinto, pulsión de muerte (Tánatos).
Certeza de que vamos a morir, y es aquella certidumbre la que nos arroja ante lo insondable. Lo que nos con-mueve, asusta, y, sin embargo, la memoria hace que se nihilice tal fragilidad. La memoria de nuestra finitud nos ancla al presente y resignifica nuestros pasados, así como las relaciones que construimos con los que están y con lo que ya no están, pero que en suma crean una bobina de espacio y tiempo en la que interactuamos. Aquí, esa bobina se construye con luz y color. Los artistas Ulises Durán y Carlos Uzcanga Gaona se insertan y continúan una tradición plástica, gráfica, de la muerte, ahora en un Neopop que subraya la banalidad de la existencia. Vanidad de vanidades, memento mori ante lo frugal; en un sentido mayúsculo, jugar con el paso temporal del ser. Reducir lo ominoso a un cráneo. Si La Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada y Antonio Vanegas Arroyo tuvo un origen de crítica social ante los excesos del Porfirismo, hoy, en la Era de la reproductibilidad de la imagen, el sinsentido del cráneo nos lleva al cliché de las estéticas mexicanas. Si el luto es la expresión que responde a la muerte ante el rompimiento de vínculos, el compendio de las representaciones artísticas de Durán y Uzcanga, es la indagatoria ante lo desconocido. El Pop resignificado ahí donde la opacidad, presente y ausente en las obras, mueve al espectador a contemplarlas y a autocontemplarse. Autoafirmación de la vida, que desvela la incomodidad perenne por tratar el tema y hacerse consciente del implacable paso del tiempo. Resignificación del ser mediante obras que bordean las imposibilidades del no ser. Mirar y mirarse en esa frontera vacua que estremece. No es que el ser mexicano se ría de la muerte, pues siempre hay un desamparo ante la vida trunca y una imperiosa necesidad, con mezcal en mano, de hacer memoria, y con arte, hacer de lo finito, infinito…
Alfonso Miranda Márquez